El poder del ego. 3er Círculo vicioso

La inseguridad y el abuso de poder desequilibran al Elemento Metal por lo que éste toma el poder sobre su “Abuelo” (Fuego) e “Hijo” (Agua). Entonces, el ego adquiere poder sobre nosotros y utiliza nuestras habilidades mentales (Fuego) para buscar seguridad mediante la manipulación de las circunstancias y el manejo de los demás. El ego usurpa el poder directivo de lo Creativo (Agua) y nos enreda en un círculo vicioso que no implica al Elemento Tierra (nosotros), como muestra la imagen del pentágono con el triángulo Metal-Fuego-Agua remarcado. Se ilustra así que la dinámica del poder del ego produce aislamiento y soledad y fomenta actitudes inhumanas.


Las vivencias en el mundo corresponden al Elemento Metal, cuyos atributos de orientación sirven para encontrar el camino en las circunstancias cambiantes y mantener el equilibrio Yin-Yang. Como hemos visto en el círculo vicioso de la sobrecarga, las influencias beneficiosas del Trueno sirven de estimulo para revelar las causas de las tensiones y conflictos, si mantenemos la calma. La conmoción interior provocada por el Trueno (Metal), moviliza los sentimientos negativos que obstruyen las influencias de la esencia de nuestro ser (Madera). Gracias a esta movilización, podemos poner orden en nuestras vidas y recibir los estímulos que enseñan a ser leales a nuestro verdadero ser.

Al volver a posicionarnos así en el centro de la interacción fluida (∞) entre los Elementos Metal y Madera, afrontamos nuestros problemas basándonos en las normas del sentido de la justicia (Metal) y en las nociones de moralidad (Madera). Encontramos así los criterios para evaluar los acontecimientos y, con la ayuda de las influencias beneficiosas del ciclo vital Metal-Madera, obtenemos los recursos para resolver los problemas de modo imparcial y justo.

En cambio, si pensamos que nuestro estado vital se determina por las circunstancias, echamos la culpa de nuestros problemas a éstas y a los demás. Debido a ello, empleamos toda nuestra energía y capacidad mental en intentar cambiar a los demás y cambiar las circunstancias según nuestros intereses temporales y arbitrarios. Entonces, creamos unas condiciones de vida en las que renegamos de nuestro ser (Tierra) y convertimos los bienes terrenales (Metal) en hachas con las que cortar árboles y dañar almas (Madera)» por lo que nos quedamos apegados al Metal y “nos caemos” del triángulo Tierra-Metal-Madera. Al quedarnos apegados a los bienes materiales, nos entregamos al poder del ego cuyo círculo vicioso corrompe las personas y destruye la vida.

El tercer círculo vicioso

El ego toma posesión de las habilidades del Elemento Fuego cuando lo Receptivo avanza por sí mismo y no nos paramos en ningún momento para reflexionar y centrarnos. Y cuando el vano trajinar autónomo del ego toma el mando sobre nuestra mente, nos convierte en víctimas y verdugos del poder. Sin embargo, la causa por la que el poder del ego nos atrapa es la misma en ambos casos: la acumulación de disgustos no digeridos.
Las personas que no afrontan sus problemas sino que echan la culpa a los demás y a las circunstancias, se quedan atrapadas en el círculo vicioso del poder del ego y repiten la misma historia una y otra vez porque no aprenden de ella. La dinámica en el triángulo Metal-Fuego-Agua explica que esto es así porque, en vez de consultar su interior y renovarse, envían los desechos metabólicos del Fuego al Agua por lo que su interior se contamina y, por así decirlo, el Agua contaminada asfixia a lo Creativo.

En el triángulo Metal-Fuego-Agua lalanza apunta al Fuego. Se señala así que -al tragarse las cosas que le sientan mal, en vez de digerirlas- los pensamientos y los sentimientos negativos proliferan y se acumulan en la mente. El ego se alimenta de ellos por lo que sus tentáculos atrapan al ser humano. Si uno no afronta sus dificultades, el ego toma el poder en el Elemento Fuego y envía todo lo negativo al Agua.
Si el ego toma el poder en el Elemento Fuego, utiliza nuestras habilidades mentales de forma perversa. Al congelar el corazón y nublar la mente, el poder del ego nos corrompe. Por eso, el apego a lo material genera una dinámica muy destructiva. Como señala la dirección de las flechas de color rojo, las tres fuerzas implicadas se mueven a contracorriente del fluido normal en el pentágono. Se ilustra así que la dinámica en este círculo vicioso no sólo afecta al sincero sentir (corazón) y al espíritu humano (Agua), como sucede en el primer círculo vicioso, sino que se vuelve además en contra del razonamiento lógico de la mente (Fuego) y destruye los bienes materiales del Metal.

Así que, el ego se alimenta de nuestros sentimientos y pensamientos negativos y estos, junto con los desechos metabólicos generados por el vano trajinar autónomo del ego, contaminan nuestro interior. Además, en el Ciclo de Generación la flecha que va del Agua al Metal, señala que esta contaminación invade nuestro entorno (Metal), enviciando las condiciones vitales a nuestro alrededor.

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El círculo vicioso del poder del ego

Sin embargo, quienes se encuentran atrapados en este círculo vicioso no se responsabilizan de la contaminación que generan. Bajo ningún concepto, el ego permite que nos impliquemos personalmente y aprendamos de nuestras vivencias. Quienes se apoyan en el poder del ego, lo necesitan precisamente para eso, para no implicarse, para no responsabilizarse. Por eso son incapaces de aprender de la vida.

Para el ego la culpa de cualquier malestar o problema la tienen siempre las circunstancias y los demás. El ego es muy incongruente. Por un lado, se glorifica por ser capaz de cambiar las condiciones vitales manipulándolas según su parecer y, por otro, nunca se responsabiliza de las consecuencias de sus actos.

El ser humano se enreda en el círculo vicioso del ego al llevar el poder de la mente calculadora al extremo y guiarse por los sentimientos y pensamientos negativos producidos en los dos círculos viciosos anteriores. De ahí que las personas atrapadas en este círculo vicioso, elaboran criterios determinados por la falta de reflexión, seguridad, sensibilidad, confianza, sinceridad y conciencia. El ego hace que busquen seguridad basándose en especulaciones y cálculos mentales. Debido al desequilibrio del Elemento Fuego provocado por esta dinámica, la acumulación de sentimientos negativos obstruye el corazón, congelándolo, y la mente afronta las circunstancias actuando conducida por pensamientos negativos, miedo y ansiedad, por lo que es incapaz de razonar con lucidez y lógica.

Las víctimas y los verdugos del poder del ego

El ego se cree el dueño del mundo, busca la satisfacción de sus deseos y pretende dominar las circunstancias y las personas. La dinámica del ego determina el orden del mundo por lo que todos estamos expuestos a las influencias del poder del ego. Aquellos que toman el papel de víctima, no afrontan lo que les sienta mal sino que se lo tragan todo, haciendo como si se tratara de poner buena cara y de adaptarse a lo que sea. Esto lo hacen conduciéndose por “lo Receptivo que avanza por sí mismo,” en vez de guiarse por lo Creativo y por las normas del sentido de la justicia, la dignidad y la moralidad. Utilizan su mente calculadora para intentar evitar el dolor producido por los “verdugos del ego”, aunque consiguen así que las situaciones dolorosas perduran y se agravan por lo que se tragan cada vez más dolor.

Pero como intentan perfeccionar su “trajinar autónomo” para mejorar sus circunstancias, y el miedo y la ansiedad nublan su mente, no se dan cuenta de que, actuando así, sus circunstancias sólo empeoran y su dolor aumenta. Acumulan cada vez más sentimientos y pensamientos negativos que alimentan al ego. De modo que, al moverse al son de las circunstancias y someterse a la dinámica del poder que ejercen sus “verdugos” sobre ellas, se quedan atrapados en los tentáculos del ego.

Aquellos que toman el papel de verdugo, tampoco afrontan lo que les sienta mal, pero utilizan el poder de su mente y su “trajinar autónomo” para controlar las circunstancias y las personas en su entorno a fin de conseguir, como sea, lo que desean. La aparente seguridad y la falta de escrúpulos de los egoístas nos suelen confundir pero, al tener en cuenta las causas y los efectos de los círculos viciosos anteriores, todo toma otro cariz. Lo que ocurre en aquellos círculos viciosos indica que una profunda inseguridad existencial es el origen de su necesidad de ejercer un control absoluto sobre su entorno. Para obtener el control sobre las circunstancias, pretenden determinar y dirigir tanto las transformaciones (lo Creativo) como las formaciones (lo Receptivo) a las que la vida está sujeta. De ahí que necesitan dominar a los demás, sometiéndolos a sus criterios particulares. Al creerse los dueños del mundo y sentirse atosigados por las circunstancias, dividen el mundo en víctimas y verdugos. Piensan que si ellos no dominan las circunstancias, otros lo harán y les someterán a ellos.

El comportamiento de cualquier tirano

Para darnos cuenta de cómo actúa el poder del ego en el mundo, sirve el comportamiento de cualquier tirano. Al observarlo, ves que cuando el ser humano se cree Dios, es el dios ego quien impulsa, dirige, condiciona y controla su vida y la de los demás. Ningún tirano es dueño de su propia situación. El ego le hace pensar que sus temores y prejuicios correspondan a la realidad de las circunstancias exteriores pero, haga lo que haga, las circunstancias no dejarán de atosigarle nunca.

Debido a la dinámica del ego, cualquier egoísta se siente fácilmente atosigado y no se librará de esta sensación hasta que no se dé cuenta de que es su propia inseguridad la que le hace sentirse atosigado. Para liberarse tendrá que superar su inseguridad.
De pequeño, al inicio del desarrollo de su conducta egoísta, abusiva, dominante, opresora y despótica, el tirano fue seguramente un niño mimado y sobreprotegido que hacía de todo para controlar a la gente en su entorno (Metal), pensando que de este modo crearía circunstancias previsibles y vencería las causas de sus miedos e inseguridades. Al consentirle su impaciencia y ansiedad, no aprendió a utilizar su capacidad de reflexión interior (Tierra) sino que se acostumbró a afrontar su inseguridad basándose en especulaciones, cálculos y criterios inconsistentes, arbitrarios y caprichosos (Fuego desequilibrado) por lo que desarrolló una gran variedad de técnicas manipuladoras.

Se crean así circunstancias que infringen las normas del sentido de la justicia (Metal) por lo que los demás sienten rechazo, lo cual aumenta su inseguridad. Si el niño está luchando contra su vulnerabilidad, se siente obligado a imponer sus criterios a la fuerza. Aunque consigue así que la gente en su entorno haga lo que él quiere, nunca se siente satisfecho porque los demás –debido a su rechazo y temor- son incapaces de darle lo que necesita realmente: arropamiento y seguridad.
Al vulnerar constantemente la dignidad de la gente en su entorno, un tirano provoca muchas resistencias por lo que se siente amenazado y su desconfianza e inseguridad aumentan. Si las reacciones de los demás no le hacen reflexionar sino que, muy al contrario, le otorgan poder sobre sus actos, se cree obligado a maquinar de todo para crear un mundo en el que pueda sentirse seguro. Si llega a esta conclusión, el ego toma el mando sobre su vida y explaya sus artimañas para imponer en el entorno sus criterios arbitrarios y egoístas.

Los criterios del ego son tan injustos e inconsistentes que quebrantan las normas del sentido de la justicia (Metal) y los criterios racionales de la mente (Fuego), por lo que en la vida de cualquier niño hay muchas oportunidades para rectificarse. Pero si el poder de un pequeño déspota es tal que le consienten todo, éste puede llegar a actuar sin ningún escrúpulo y cometer cualquier barbaridad sin reconocer su responsabilidad. El hecho de que los criterios del ego quebrantan incluso los criterios racionales de la mente, explica que, finalmente, muchos tiranos se vuelvan locos.
Se vuelven locos, porque el ego no sólo hace que un tirano invente continuamente cosas más sofisticadas para manipular, intimidar y coaccionar a los demás, sino que el ego manipula, intimida y coacciona igualmente al tirano mismo. De ahí que éste falsea la realidad creyéndose sus propias mentiras y engaños por lo que se enreda cada vez más en los tentáculos del ego. Y a pesar de que debería saber que ha montado todo ese enredo para sentirse seguro, la inconsciencia producida por el desequilibrio del Elemento Fuego hace que sea incapaz de darse cuenta del hecho de que está consiguiendo todo lo contrario de lo que busca ya que, en realidad, sus medidas de control y defensa no le dan ninguna seguridad. De ahí que los tiranos no terminen nunca de aumentar y perfeccionar las medidas que sirven, supuestamente, para defender su terreno y sentirse seguros.

Los tentáculos del ego

A medida que la humanidad toma conciencia de sus valores esenciales, caen los tiranos y los sistemas totalitarios, pero los tentáculos del ego no perecerán hasta que no desenmascaremos su procedencia. La inconsciencia del hecho de que los valores humanos, las normas del sentido de la justicia y las nociones de la moral humana son innatas, junto con las calamidades que ocurren en el mundo, nos hacen pensar que el ser humano es egoísta por naturaleza. Sin embargo, la dinámica intrínseca de los círculos viciosos deja ver que el egoísmo se origina en la falta de respeto a nuestro verdadero ser y se efectúa debido a la inseguridad existencial y la acumulación de sentimientos y pensamientos negativos.

Cuando respetamos nuestro ser (Tierra), respetamos las normas del sentido de la justicia (Metal) y nos guiamos por ellas. Si nos regimos por las influencias beneficiosas del Elemento Metal, éstas nos llevan al Elemento Madera cuyas influencias en el interior de cada uno fomentan la moralidad determinada por la esencia de nuestro ser. De esta manera los Elementos Metal y Madera interactúan entre sí por lo que nos auto-regulamos ubicados en el centro del ciclo vital Madera-Tierra-Metal en el eje horizontal del Ciclo Cosmológico. Al actualizarse así las normas de conducta innatas del ser humano, vivir en consonancia con la energía creativa de este ciclo vital impide que el ego adquiera poder sobre nosotros.

Por ejemplo en el ámbito familiar o laboral, se observa que si los demás no caen en sus redes tomando el papel de víctima, los tiranos no adquieren poder. Si salvaguardamos nuestra dignidad y defendemos las normas del sentido de la justicia, el camino de los que abusan del poder se convierte en un callejón sin salida y ellos se quedan solos por lo que puedan rectificarse. De ahí que las mejores armas contra cualquier forma de terrorismo sean aquellas que se basan en las normas del sentido de la justicia y en los valores humanos. Estas normas y valores son imparciales y forman parte de la verdadera naturaleza humana por lo que todo lo que hacemos para salvaguardarlos, abre rendijas en la coraza de pequeños y grandes maltratadores, terroristas y tiranos. A través de estas rendijas se activa la energía perseverante de lo Creativo que, antes o después, despertará en su interior la conciencia de las normas propias de la conducta humana.

El orden del mundo se basa en la idea de que el ser humano es egoísta por naturaleza. Pero si observamos sin prejuicios el comportamiento humano, vemos que el egoísmo no es propio de nuestra especie, ya que nos hace daño y es incapaz de darnos satisfacción, seguridad y paz. Lo que por ejemplo sí satisface a cualquier ser humano, incluso a poderosos y egoístas, es poder hacer algo para los demás. Si nos escuchamos y respetamos nuestro sincero sentir, por naturaleza obedecemos las normas del sentido de la justicia e indagamos con sinceridad en nuestro interior. Entonces, encontramos lo que necesitamos para afrontar la vida y resolver nuestros problemas de modo que aprendamos de ellos y no nos hacemos egoístas en absoluto.
Gracias al incremento de la conciencia e influencia del pueblo, los regímenes totalitarios y autoritarios han ido desapareciendo.

No obstante, el poder del ego persiste al basarse los sistemas de organización estatal, de educación, empresarial y económico todavía en llevar el poder de la mente al extremo. El orden del mundo se arraiga en sistemas que se rigen por el poder y por intereses particulares y se apoyan en el trajinar autónomo y la prepotencia del ego. Igual que los sistemas de supervivencia de cualquier tirano, los sistemas que organizan la sociedad democrática fomentan el abuso del poder y se rigen por la dinámica destructiva del triángulo Metal-Fuego-Agua.

Por eso, al esforzarnos por adaptarnos al orden del mundo nos hacemos víctimas del ego. Sin embargo, es esperanzador que casi siempre que actuamos en contra de la dinámica fluida del orden natural de la vida, nos justificamos diciendo “el-mundo-es-así” o “es-el-reglamento”. Esto indica que reconocemos perfectamente todo lo que va en contra del desarrollo armónico de la vida. Da esperanza que la mayoría detecte espontánea y puntualmente lo que nos pide el orden egoísta del mundo. Esto indica que es posible actuar en la vida cotidiana lo máximo posible en consonancia con la dinámica fluida en el Ciclo Cosmológico, por lo que el orden del mundo cambiará en la medida en que consigamos guiarnos por nuestros valores y normas comunes.

Desde siempre, el pueblo ha sido más sabio que sus gobernantes. Esto se debe a que la vida privada se rige por el amor, las normas del sentido de la justicia y las nociones de la moralidad. Según I Ching, mediante ellos lo Creativa despierta y desarrolla la esencia más elevada en el ser humano para que adquiramos así “la sabiduría que reconoce las leyes firmes vigentes en todo lo que acontece.”
Es esperanzador que las manifestaciones de indignados hayan despertado y fomentado la conciencia de nuestros valores comunes y que estos nos lleven a todos a promover la reflexión, la justicia, la moralidad y la solidaridad. Al defender y salvaguardar nuestra dignidad, podremos conducir el rumbo del mundo hacia el cauce del orden del Tao ya que se abren así rendijas en la coraza del sistema capitalista. Tanto el pueblo como sus gobernantes son víctimas del poder del ego. Encauzar el rumbo del mundo no depende del poder que tengamos sino que es cuestión de comprometernos con nuestro verdadero ser y respetar los valores y las normas intrínsecas de nuestra especie.

Las consecuencias del poder del ego

Aprendemos del orden del mundo un código de conducta muy nocivo para nuestra salud mental y emocional. Este orden nos inculca una infinidad de ideas perjudiciales mediante todo tipo de conceptos que se expresan en los mensajes repetitivos de políticos y otros poderes fácticos, en las noticias, los periódicos, los debates televisados, etc., los conceptos que se plasman en los planes de estudio, los reglamentos laborales, los objetivos empresariales, etc. y los conceptos que se divulgan mediante los anuncios, redes sociales, películas, videojuegos, etc.

El orden del mundo nos inculca ideas que dictan, para nombrar algunas, que para solucionar los problemas hay que tener poder; que el mundo se divide entre buenos y malos, entre amigos y enemigos, entre vencedores y vencidos; que la vida es injusta porque el ser humano es egoísta por naturaleza; que nuestro sistema económico fomenta la libertad y el progreso; que los líderes deben determinar y controlar la conducta de las personas para evitar el caos; que se vence el mal luchando contra los malos y matando; que la vida es una lucha de poder en la que si tú no dominas a los demás, te dominarán a ti; que el valor de las personas se determina por su apariencia física, sus posesiones y su poder; que tú no mereces que te respeten por ser como eres y que combates tu soledad acoplándote al comportamiento del grupo; que no tenemos más remedio que adaptarnos a los criterios del mandatario de turno; etc.  

Como el ego rige el “orden” en el mundo, al esforzarnos por adaptarnos a este orden nos sometemos al poder de un tirano. Sabemos que el orden del mundo es insano y dañino pero, ya que su dinámica es imparable, pensamos no tener más remedio que intentar controlar y remediar sus consecuencias, y esperar que las cosas mejoren poco a poco. Pero controlar sus consecuencias es como montarse en un caballo desbocado. Controlarlo pide muchísima energía, las consecuencias son cada vez más graves y, mientras tanto, este caballo no es capaz de llevarnos a ninguna parte.

Además, la dinámica propia del círculo vicioso que rige el orden del mundo, no corrobora en absoluto la esperanza de que las cosas mejoren por sí solas. A no ser que nos comprometamos con nuestro verdadero ser y procuremos salvaguardar las normas y los valores innatos de nuestra especie con hechos basados en una conducta sincera e íntegra que conlleve honradez, imparcialidad, justicia y solidaridad, el orden del mundo continuará destruyendo la vida debido a una fuerza que I Ching llama la inminente animación orgánica.
Es que, la inminente animación orgánica es implacable. En el Ciclo Cosmológico esta animación mantiene por sí misma el equilibrio Yin-Yang que determina, entre otros, el equilibrio ecológico y la salud del cuerpo. En cambio, la inminente animación orgánica que determina la dinámica en los círculos viciosos, destruye –también por sí misma- el equilibrio y la salud, especialmente en aquellos que se oponen con todas sus fuerzas a la dinámica armonizadora del Ciclo Cosmológico, como es el caso en el círculo vicioso del poder del ego.

Por ejemplo, se ha cumplido con creces lo que pronostiqué hace diez años, al basarme en el comportamiento de la inminente animación orgánica. Publiqué la primera edición del libro La Vida Es… en el año 2007. En el capítulo II explico las normas del principio Yin-Yang aplicando los conceptos de lo Creativo y lo Receptivo a los desequilibrios Yin-Yang que se manifiestan en la relación entre el “primer” y el “tercer” mundo.

Copio aquí el pronóstico a lo que me refiero (p. 100): “Los síntomas del Exceso de Yang como la inmigración desde el continente africano, ni poniendo todos los impedimentos que se nos pueden ocurrir, los podremos parar porque se deben a la inminente animación orgánica. No podemos hacer otra cosa que no sea equilibrar la situación según el principio Yin-Yang, porque todo lo que va en contra de las normas Yin-Yang es insostenible y tiende a hacerse cada vez más conflictivo.”

En aquel entonces escribí esto pero –aunque la lógica de la gravedad del desequilibrio Yin-Yang en el mundo lo vaticinaba claramente- en ningún momento pude imaginarme los estragos venideros que el mundo “globalizado” causaría. Ni por asomo pude imaginarme que ningún sufrimiento humano, ninguna hambruna, ninguna emigración masiva, ninguna crisis monetaria, ninguna calamidad, ninguna guerra, ninguna ola de refugiados, ni ninguna muerte masiva podrían hacer que nos paráramos y nos diéramos cuenta de las causas que han desatado la furia de la inminente animación orgánica. Nunca me imaginé que el desequilibrio Yin-Yang que el mundo padece, pudiera alcanzar las dimensiones que ha tomado durante los últimos 10 años…

“Mientras luchemos con un problema, éste sigue siendo el dueño de nuestra situación”

I Ching explica que mientras luchemos con un problema, éste sigue siendo el dueño de nuestra situación. En vez de pararnos y reflexionar sobre sus causas, intentamos resolver los problemas luchando con sus efectos. De esta manera las circunstancias se hacen dueños de nosotros, en vez de que nosotros nos hacemos dueños de nuestra situación (ver La Vida Es… pp. 217-219).
Como los gobiernos luchan con los problemas causados por los desequilibrios Yin-Yang, las calamidades generadas por el círculo vicioso del ego continúan alimentando y multiplicando los caballos desbocados que recorren el mundo. Y mientras tanto se incrementa el trabajo gigantesco de las ONG que intentan remediar en lo posible sus consecuencias. La dinámica del triángulo Metal-Fuego-Agua explica las consecuencias devastadoras del orden del mundo para la humanidad y asimismo nuestra impotencia.

Como hemos visto, las aportaciones de los Elementos Fuego, Agua y Metal implicados en este círculo vicioso van todas a contracorriente. La dinámica del orden del mundo (Metal desequilibrado) se opone al sincero sentir y al razonamiento lógico (Fuego) y a las directrices del espíritu humano (Agua). Debido a ello, la inminente animación orgánica en el círculo vicioso Metal-Fuego-Agua contamina la condición humana (Agua) y las condiciones terrenales que posibilitan la vida en el planeta y en el mundo (Metal). Y al aumentar la inseguridad (Metal desequilibrado), congelar el corazón, nublar la mente y aumentar la ansiedad (Fuego desequilibrado) y el miedo (Agua desequilibrada), la dinámica de este círculo vicioso impide pensar con claridad y analizar los acontecimientos basándose en criterios consistentes y razonando con lucidez y lógica. 

En todos los ámbitos de la vida se puede observar que nuestros pensamientos se determinan en gran parte por los criterios inconsistentes del ego y que nuestro razonamiento se basa en la lógica de la dinámica egoísta. Al creernos que aquello que dicta el espíritu humano no es más que una utopía inalcanzable, entregamos nuestra alma a la dinámica del ego y nos enredamos en sus tentáculos. Al renegar de nuestro verdadero ser, se nos nubla la mente hasta tal punto que llegamos a confiar en los castillos de naipes que el vano trajinar autónomo del ego construye.

Por ejemplo, el sistema de educación busca la igualdad y se aferra a sus métodos para conseguirlo, aunque resulta que la cantidad de niños que sufren acoso escolar está aumentando de forma alarmante. En vez de afrontar este problema y cuestionar con sinceridad y honradez sus métodos para fomentar la igualdad, resulta que el sistema educativo y muchos profesores se desentienden de la realidad que muestra un aumento de acoso y maltrato. Al sentirse cuestionados reaccionan defendiendo sus castillos de naipes, como dicta la dinámica del ego.

Otro ejemplo es el sistema económico. El gobierno está tan convencido de su validez que, por ejemplo, los principios y los criterios de “la” economía forman parte de los planes de estudio, como si nuestro sistema económico fuera una ciencia. Se adoctrinan así los “valores” del castillo de naipes de un sistema que está en crisis debido a la profunda injusticia de sus principios, criterios y métodos, y cuyas consecuencias destruyen la fuente de riqueza del país al mandar al paro a las personas que con su trabajo generan la subsistencia de la economía real.
Sólo utilizando el sentido común y las normas del sentido de la justicia, se revela que un sistema económico basado en la explotación de los débiles, en la maquinación de la realidad, en el endeudamiento sistémico, en la especulación, en los vaivenes de la Bolsa y en el miedo, no puede nunca traer nada bueno. Pero la dinámica del círculo vicioso del ego hace que tanto los poderosos como la mayoría de los economistas, protejan sus castillos de naipes. El hecho de que el pueblo paga las consecuencias de este sistema, no hace que se cuestionen los fundamentos del mismo. Y al adoptar los criterios del ego, el pueblo asume estas consecuencias como si la dinámica de nuestro sistema económico fuera normal. Pero el círculo vicioso de este sistema desencadena la furia de la inminente animación orgánica y ésta destruye la vida de modo implacable.

Conocer la dinámica del círculo vicioso del poder del ego ayuda a reconocer sus tentáculos y evitarlos en cuanto el ego extienda sus garras hacia nosotros. Y sabiendo que la inminente animación orgánica se vuelve destructiva si quebrantamos las normas del principio Yin-Yang, podemos tomar cartas en este asunto mediante nuestras acciones en la vida cotidiana. ¡Ojalá la humanidad se apee del tren de vida del ego y recuperemos la humanidad propia de nuestra especie! 
Ningún ser humano provoca los sinsentidos del ego a sabiendas, sin embargo, la humanidad llega a hacerlo adaptándose al mundo y dejándose llevar por la dinámica del poder del ego cuyos efectos incrementan, por sí mismos, la inconsciencia y la irresponsabilidad. I Ching se refiere seguramente a esta dinámica cuando dice: “Si lo Receptivo quisiera avanzar por sí mismo, se desviaría de su índole natural y perdería el camino.” Y señala el camino diciendo: “Lo Receptivo al entregarse y seguir a lo Creativo alcanza la posición duradera que le cuadra.”

El piloto automático

En la medida en que nos traguemos las tensiones y los conflictos causados por la dinámica destructiva del poder del ego, se enciende dentro de nosotros un piloto automático que nos hace perder el camino. Y en la medida en que el piloto automático conduce nuestra vida, aumenta la cantidad de tensiones y conflictos que nos tragamos casi sin darnos cuenta. Debido a las costumbres y la rutina, aumentan la comodidad, dejadez e indiferencia por lo que pasamos de problemas que sí afrontábamos e intentábamos resolver en los dos primeros círculos viciosos, donde cuestionamos nuestras acciones, nos hicimos preguntas y procuramos ser leales a nosotros mismos.
Cuando después de algunos años nos damos cuenta que nos hemos perdido, muchos descubren que han renegado de sí mismos hasta tal punto que ya no saben lo que sienten ni lo que están haciendo con su vida.

Si reconocemos eso, la dinámica Agua-Tierra-Madera en el siguiente círculo vicioso podrá ayudarnos a reencontrarnos.
Las influencias del Agua ayudan a darnos cuenta de que son nuestros miedos los que nos han hecho perdernos. Si decidimos superar estos miedos, los Elementos Agua y Madera generan las condiciones que despejan el camino hacia nuestro interior por lo que sus influencias beneficiosas pueden hacer que afrontemos con sinceridad las dificultades que la vida nos depara. Si superamos las causas interiores de nuestros miedos, podremos hacernos dueños de nuestra situación, salir de la dinámica generada por los círculos viciosos y liberarnos de todos ellos.

La pérdida de nosotros mismos tiene su origen en una ausencia grave o continuada de las influencias beneficiosas de los Elementos Agua y Madera. Así que, la Inteligencia de la Vida afronta este problema activándonos (Tierra) y conectándonos con la esencia de nuestro ser (Madera) y con la Fuente Vital de lo Creativo (Agua) en nuestro interior.

Un clamor de paz cantado por niñas sirias:

Ante la ONU, la niña que dejó en silencio a todo el mundo: