Mantener el equilibrio Yin-Yang

La vida humana se hace conflictiva a consecuencia de determinados círculos viciosos que surgen debido a nuestra postura en la interacción entre los Elementos. Al conocer el sistema regulador de la dinámica vital y las cualidades intrínsecas de las fuerzas primordiales, se facilita entender las causas de los círculos viciosos que complican la vida humana.

La Inteligencia de la Vida ha establecido determinados ciclos vitales que mantienen el orden del Tao en el universo y en la vida terrenal. Saber mantener el equilibrio Yin-Yang es primordial para facilitar la interacción entre las fuerzas primordiales que actúan en nuestro interior y cuyas influencias beneficiosas percibimos cuando vivimos en consonancia con los ciclos vitales.

La Inteligencia de la Vida ha organizado la vida terrenal de tal manera que cualquier ser vivo se acopla espontáneamente al orden del Tao. No obstante, para la especie humana es muy difícil mantener el equilibrio vital porque el orden del mundo se opone con mucha virulencia al orden del Tao. Pero esto no quita que también nosotros poseemos en nuestro interior una fuente de sabiduría universal que se realimenta constantemente gracias a las aportaciones de las fuerzas primordiales que nutren, regulan, renuevan y revitalizan todos los seres vivos. Cada ser humano puede conectarse a esta fuente inagotable de sabiduría universal y vivir respetando las normas eternas de la Vida que mantienen el orden del Tao en el mundo.

Las demás especies animales escuchan su sabiduría interior, respetan su forma de ser, viven en consonancia con los ciclos vitales y se adaptan a las circunstancias manteniendo su equilibrio interior. No pierden el camino porque, como dice I Ching, “se abren tranquila y constantemente a los estímulos que afluyen hacia ellos desde las profundidades de las fuerzas creativas en su interior.”

En cambio, el ser humano pierde el camino si “lo Receptivo pretende avanzar por sí mismo en vez de seguir a lo Creativo” (ver libro La Vida Es… p. 37). Al avanzar por sí mismo, el mundo prescinde de las directrices de lo Creativo. El orden del mundo se rige por criterios que provienen de lo que I Ching llama “el vano trajinar autónomo del hombre” (ver libro p. 34).

Lo Receptivo se manifiesta en el sincero sentir del corazón, pero el mundo pretende mantener el orden mediante el poder de la mente. Y si la mente no escucha al corazón, no puede conectarse a la fuente de sabiduría de lo Creativo en nuestro interior.

Entonces, la mente no utiliza su capacidad de comprensión y razonamiento lógico para tomar conciencia de esta sabiduría, sino que se dedica al “vano trajinar autónomo”. A consecuencia de eso, se generan los círculos viciosos que crean el desorden del mundo.

Las reglas para mantener el equilibrio Yin-Yang

La ley del universo determina la interacción entre lo Creativo y lo Receptivo y dicta la norma no cambiante del equilibrio Yin-Yang. Esta norma da un sistema de coordenadas que posibilita la biodiversidad y cuya dinámica es el trasfondo de la relación común y la armonía que existe entre el macrocosmos y el microcosmos.

En cambio, si no mantenemos el equilibrio Yin-Yang surge necesariamente el desorden y reina la confusión. I Ching comenta: “Esta norma no cambiante aparece sobre los hombres de forma aplastante, con toda su grandeza y su fuerza, y en toda su desconcertante variedad y multiplicidad. Estos fenómenos enseñan los Principios de la creación activa.” Al vulnerar sistemáticamente la norma del equilibrio Yin-Yang, el orden del mundo genera cada vez más fenómenos desconcertantes.

Para mantener el equilibrio Yin-Yang, la medicina china enseña dos reglas fundamentales: Procurar vivir en consonancia con la energía Yin o Yang del ciclo vital en curso. Y conservar nuestra energía Yin o Yang opuesta a los cambios estacionales y circunstanciales en el entorno (ver libro La Vida Es… pp. 74-76).

Los cambios cíclicos de las estaciones sirven para regular y regenerar las condiciones vitales en la biosfera del planeta. En general, las circunstancias cambiantes en el entorno sirven para que los seres vivos (Elemento Tierra) se regulen y se renueven. El arte de vivir consiste precisamente en eso, en saber adaptarte a los cambios externos y mantener en tu interior el equilibrio Yin-Yang. Por ejemplo, si hace frío (Yin) nos abrigamos para conservar el calor interno; y si el ambiente se caldea (Yang), debemos conservar la calma (Yin). Este Principio de la creación activo es muy simple y conocido, pero aplicarlo a la gran variedad y multiplicidad de los cambios circunstanciales en nuestras vidas, es otro cantar.

Para nuestra desgracia, el orden del mundo instiga a hacer todo lo contrario y provoca así que perdamos el equilibrio Yin-Yang interior y exterior. La norma que rige el orden en el mundo, dicta que aquellos que tienen poder determinan las circunstancias de los demás.

En el orden del mundo, adaptarte a las circunstancias cambiantes significa permitir que las personas que tienen poder sobre ti, cambien tus circunstancias para conseguir lo que deseen.

sistema coordenadas
El signo + representa la polaridad Yang y el signo – la polaridad Yin

El sistema de coordenadas (P.7.1)

De ahí que el mundo funcione del revés y que el curso del mundo tampoco sirva para aprender a vivir en consonancia con los ciclos vitales. En vez de acoplarnos al cauce natural de los ciclos vitales, el orden del mundo hace que obstruyamos este cauce. En vez de nutrirnos de los estímulos vitales que se generan gracias a la interacción natural entre los Elementos, el poder sobre las circunstancias nos hace actuar en contra del fluir de los estímulos que emanan desde nuestro interior, y bloquear su cauce. Al no reconocer que el cauce de los ciclos vitales es inalterable y da estabilidad y libertad al desarrollo de la vida, creamos un orden arbitrario que infringe la norma inamovible del equilibrio Yin-Yang.

Aunque la Inteligencia de la Vida es infinitamente mayor que la nuestra, nos es más difícil confiar en ella que en el orden del mundo. Desde muy pequeños se nos inculca que el mundo funciona de otra manera que la vida, y que no tenemos más remedio que adaptarnos al mundo. Luego, llegamos a creernos la proclama del poder que dicta que hay que cambiar las circunstancias para solucionar los problemas y que para evitarlos hay que encauzar el curso de la vida, por ejemplo, cerrando fronteras y levantando muros. Al adaptarnos al mundo podemos llegar a aplicar esos criterios, aunque sabemos por propia experiencia que primero hay que resolver un problema, antes de que las circunstancias mejoren.

Aunque nadie sabe mejor que la naturaleza cómo se mantiene el orden de la vida, debido al orden del mundo renegamos de muchos criterios vitales que sí conocemos por naturaleza. Por ejemplo, la interacción entre los Elementos complementarios Yin y Yang hace que el reino vegetal y animal (Madera, Yin) y las condiciones vitales del planeta (Metal, Yang) se regeneren y se regulen mutuamente.

Cuando vivimos en consonancia con el movimiento Yin-Yang de este ciclo vital, nos regeneramos y nos regulamos espontáneamente. En general, al vivir en consonancia con los ciclos vitales nos conducimos automáticamente guiados por las influencias beneficiosas de los Elementos Agua, Fuego, Madera y Metal que nos mantienen en equilibrio. Al percibir sus influencias en nuestro interior, sabemos mantener el equilibrio Yin-Yang en todos los ámbitos de la vida. Escuchándonos y respetando nuestro sincero sentir, mantenemos espontáneamente el equilibrio vital en todo lo que hacemos.

Esto lo debemos a la Inteligencia de la Vida. Igual que los sistemas fisiológicos mantienen el equilibrio Yin-Yang en un organismo tan sumamente complejo como el cuerpo humano, así lo podemos hacer nosotros en la sociedad. Al guiarse por los estímulos del ADN en el núcleo celular, cada célula del cuerpo –y por tanto cada sistema, cada órgano, cada aparato y cada tejido- sabe lo que hacer en cada momento. Al entregarse la Tierra a las directrices de lo Creativo, se mantiene el equilibrio ecológico. Al entregarnos a los estímulos creativos que afluyen desde nuestro interior, percibimos las indicaciones que iluminan nuestro camino en cada paso.

El orden del mundo propaga criterios de conducta opuestos al orden autogestor y autocorrector que conocemos por naturaleza. Si logramos desenmascarar en nuestro interior los criterios nocivos que hemos aprendido del orden egoísta del mundo y nos deshacemos de ellos, las malas artes del ego pierden su poder sobre nosotros. Lo que ocurre en los círculos viciosos facilita entender cómo nos dejamos enredar por el orden del mundo y ayuda a desenmascarar las influencias perjudiciales de este orden.