Ponemos en tus manos el poder
de la Medicina Holística
Somos un grupo de profesionales que nos hemos unido para cumplir nuestro camino en la Vida, la puesta en práctica de la Medicina Holística. Ejercemos una medicina alternativa e integrada en la medicina occidental con el objetivo de ayudar a las personas en los procesos de curación de muy diferentes enfermedades.
En nuestras instalaciones, el paciente es nuestro centro de atención y cada uno de los médicos, psicólogos y resto de terapeutas que conformamos el equipo de Cinco Elementos aportamos la visión necesaria al enfermo para su proceso curativo.
Durante su tratamiento, el paciente será guiado en los cambios que debe realizar en distintos aspectos de su vida para restablecer la salud perdida: alimentación, emociones y pensamientos, actividad física, y dependiendo de cada caso la toma de ciertos suplementos naturales. De ahí la denominación de Medicina Holística, ya que son múltiples aspectos de la vida de la persona que son tratados.
En función de cada paciente, nuestro equipo de profesionales prescribe el tipo de terapia que más se adecue a cada situación: Medicina Tradicional China y Ayurvédica, Medicina Espagírica, Homeopatía-Oligoterapia y Ortomolecular, Flores de Bach, Shiatsu, Psicología Holística y Terapia Regresiva, Feng Shui, Meditación Kundalini Yoga, Cuencos Tibetanos, Iridología, Reflexología, la Nueva Medicina Germánica del Dr. Hammer… son sólo algunos ejemplos de cómo se puede tratar la enfermedad y alcanzar la sanación.
Además, debido a la demanda de los propios pacientes, empezamos con una actividad formativa en estas medicinas, de manera que existe la posibilidad de aprender estas terapias en nuestro centro. De forma regular se organizan talleres y seminarios de corta duración, así como cursos muchos más amplios.
El Hospital del futuro según Dr. Edward Bach
Permítame echar una breve ojeada al hospital del futuro.
Será un oasis de paz, de esperanza y de alegría. No habrá lugar para las prisas y el ruido. No existirá ninguno de esos terribles aparatos y máquinas que hoy en día se utilizan. No se olerá a productos desinfectantes ni a anestesias. No aparecerá nada que recuerde a la enfermedad y al padecimiento. Los pacientes no serán continuamente molestados para tomarles la temperatura.
No existirán reconocimientos diarios con estetoscopios y otros aparatos de exploración para grabar en el ánimo del paciente la naturaleza de su enfermedad. No habrá lugar para esas continuas tomas de tensión para transmitir al paciente la sensación de que su corazón palpita demasiado rápido.
No aparecerá ninguna de estas cosas, porque todo ello dificulta la atmósfera de paz y tranquilidad que tan necesaria es al paciente para facilitar su pronta recuperación. Tampoco habrá ya necesidad de laboratorios, porque el análisis microscópico de los detalles, no tendrá ninguna importancia cuando se haya comprendido que es el paciente el que debe ser tratado y no la enfermedad.
El médico del mañana reconocerá que el poder de sanar proceden de los conocimientos y no de él mismo.
Todo esto lo recibe el médico cuando dedica su vida al servicio de sus semejantes, al estudio de la naturaleza humana, de tal forma que pueda comprender parcialmente el sentido de esta naturaleza, y tiene un deseo de todo corazón de liberar a los hombres de sus padecimientos y de dar todo por ayudar a los enfermos. Entonces, su poder y capacidad de ayudar crecerá de forma directamente proporcional según la intensidad de su deseo y de su disponibilidad a servir.
El médico comprenderá que la salud, al igual que la vida, depende única y exclusivamente de Dios, y sólo de él. Comprenderá también que los remedios que emplea sólo son remedios dentro del plan divino que contribuyen a conducir al afectado de nuevo hacia el camino de la ley divina.
El médico del mañana no tendrá interés en la patología o en la anatomía patológica, ya que él investiga la salud.
Para él no juega ningún papel el hecho de que, por ejemplo, la disnea sea producida o no por el bacilo de la tuberculosis, por el estreptococo o por cualquier otro microorganismo. Pero, por el contrario, será marcadamente importante para él el saber por qué el paciente al respirar tiene que padecer semejantes dificultades. Es insignificante el saber que parte del corazón es la que está dañada y, por contra, es tremendamente importante descubrir de qué manera el paciente ha desarrollado de manera equivocada su amor.
Los rayos X ya no serán utilizados para examinar una articulación artrítica, sino que más bien se investigará la personalidad de paciente para descubrir dónde se encuentra el agarrotamiento en su alma.
La formación del médico
Los diagnósticos de las enfermedades ya no serán dependientes de los síntomas y muestras corporales, sino de la capacidad del paciente de corregir sus errores y de poder volver a estar en armonía con su vida espiritual.
- La formación del médico, englobará un profundo estudio de la naturaleza humana que conducirá a una gran percepción de lo puro y perfecto, a la comprensión del estado divino del ser humano, así como al conocimiento de cómo se puede ayudar a aquellos que padecen, de manera que su relación con su yo espiritual vuelva a ser armónica y en su personalidad se restablezca de nuevo la salud y la concordia.
- El médico del futuro estará en condiciones de poder averiguar el conflicto existente en la vida del paciente que ha ocasionado la enfermedad o desarmonía entre el cuerpo y el alma. Esto le permitirá darle al paciente el consejo que para él es el adecuado y tratarlo. El médico también tendrá que estudiar la naturaleza y sus leyes, estará familiarizado con las fuerzas curativas de la naturaleza de tal forma que pueda utilizar estos conocimientos para el beneficio del paciente. El tratamiento del mañana despertará, en esencia, cuatro cualidades en el paciente: paz, esperanza, alegría y confianza.
- Todo el ambiente que le rodee así como la atención que se le preste al paciente, estarán al servicio de ese objetivo. Al englobar al paciente en una atmósfera de salud y de luz, se apoyará su recuperación. Al mismo tiempo, los errores del paciente han sido diagnosticados, se ha conseguido que él los vea claros y ahora obtiene apoyo y ánimo para poder superarlos.
- La manera de actuar de estos remedios consiste en elevar nuestras vibraciones y en abrir nuestros canales para que nuestro yo espiritual pueda sentir, en invadir nuestra naturaleza con la virtudes que necesitamos y en subsanar los errores que en nosotros ocasionan daños. Estos remedios son capaces, al igual que una música maravillosa o que todas esas magníficas cosas que nos inspiran, de elevar nuestra naturaleza y de acercarnos a nuestra alma, y, precisamente a través de esta forma de actuar, nos traen consigo paz y nos liberan de nuestros padecimientos.
No sanan atacando la enfermedad, sino invadiendo nuestro cuerpo con las maravillosas corrientes de nuestra naturaleza ya más elevada, en cuya presencia cada enfermedad se funde como la nieve bajo los rayos del sol. - Finalmente, estos remedios cambian la actitud del paciente frente a la salud y la enfermedad. Se debe acabar para siempre con el pensamiento de que se puede comprar el alivio de una enfermedad con oro o plata. La salud tiene, como la vida, un origen divino, y sólo puede ser alcanzada a través del empleo de medios divinos. Dinero, lujo o viajes pueden hacer que, de puertas para afuera, parezca que podemos comprar una mejora de nuestro estado corporal, pero todas estas cosas nunca nos podrán proporcionar la verdadera salud.
El paciente del mañana entenderá que él, y solamente él, podrá liberarse de su padecimiento, aunque pueda recibir consejo y ayuda por parte de otras personas cualificadas que le apoyan en su esfuerzo. La salud, por tanto, existe cuando podemos hablar de armonía entre el alma, el espíritu y el cuerpo. Esta armonía es condición indispensable antes de que se pueda producir la curación.
El hospital del futuro
Dr. Edward Bach