Un día me desperté, teniendo en la cabeza el comienzo de un poema que habla de las influencias de los Elementos en nuestras vidas. Fue al día siguiente de haber utilizado la imagen de la dinámica de un barco de vela para ilustrar por qué perdemos el rumbo cuando vulneramos el espíritu humano y las circunstancias nos marcan el camino.
Recibí las seis primeras estrofas de regalo. Fue un regalo del Elemento Madera, ya que este Elemento se activa por la noche inspirando nuestra imaginación y creatividad, según la medicina china. Dichas estrofas me hicieron darme cuenta de la trascendencia de la dinámica de un barco de vela para visualizar cómo mantenemos el rumbo de nuestras vidas. Basándome en las características de los Elementos según I Ching, terminé el poema especificando cómo actúan las fuerzas naturales Agua, Viento (Madera), Fuego y Trueno (Metal) dentro de nosotros (Elemento Tierra).
Navegar en un barco de vela enseña cómo funciona la dinámica autorreguladora de la Vida. El barco es el sujeto de la acción en medio de las influencias de las cuatro fuerzas activas de la naturaleza (agua, viento, transformación, acción). Aunque el estado temporal de cualquier sujeto (Elemento Tierra) cambia constantemente, él avanza adaptándose sin perder el rumbo. Manteniéndose centrado, encuentra su rumbo gracias a la recepción y acogida de las cualidades eternas de las fuerzas primarias (Elementos), como un barco de vela encuentra su camino utilizando las influencias de los elementos. Cuando estamos centrados y equilibrados igual que un barco, nos encontramos en el centro del cruce de líneas que simbolizan las fuerzas de la naturaleza cuyas aportaciones nos benefician de determinada forma.
En el siguiente esquema he relacionando las fuerzas naturales con sus cualidades respectivas en la vida humana (espíritu, alma, corazón-mente, circunstancias espacio-temporales) y con los atributos (quilla, timón, vela) que un barco de vela necesita para navegar en cualquier circunstancia.
¿A DÓNDE VOY?
A la deriva voy
en un barco sin quilla.
En un barco sin quilla
el timón no responde.
¿A dónde voy?
si el timón no responde.
¿Cómo hacer que la vela coja viento?
Nada puedo hacer
en un barco sin quilla.
A la deriva voy…
Dijo el Agua:
Profundiza en mí
Yo soy tu espíritu
Conozco tu esencia
Abre tu corazón a mí.
Dijo el Viento:
Escúchame a mí
Yo soy tu alma
Doy forma a tu esencia
Déjate inspirar por mí.
Dijo el Fuego:
Aquieta tu mente
deja que el corazón te guíe.
Guiada por el corazón,
la mente te dará conciencia.
Dijo el Trueno:
Escúchame sin temor
Quiero tu bien.
La voluntad divina manda en mí
Mírame de frente.
El agua fluye y fluye…
Rellena los lugares por los que pasa
Y ninguna caída le hace retroceder.
El viento sopla y sopla…
Se adapta a los obstáculos que encuentra
Y actúa siempre en una misma dirección.
El fuego brilla y brilla…
Se adhiere a lo consistente en su interior
Y alumbra de modo duradero.
El trueno retumba y retumba…
Y conmocionado te escrutas a ti mismo.
Luego, los temores externos rebotan
sobre tu honda sinceridad interior.
Fluye y fluye tu espíritu…
Preguntándote las cosas,
él responde y resuelve tus dudas.
Luego, ninguna dificultad te hace huir.
Tu alma te insufla las respuestas
dándote los recursos en cualquier desazón.
Luego, tú te adaptas a la situación
sin perder el rumbo de tu esencia.
Tu corazón encuentra
lo consistente en tu interior.
Y haciéndolo saber a tu mente,
tu conciencia ilumina el camino.